Y llegó la maternidad…

Liliana Chaparro Huauya

La maternidad nunca fue importante para mí. Recuerdo una conversación que sostuve en 2019 con una amiga argentina del máster en Barcelona, le decía que la maternidad no es algo que me quite el sueño, pero si se diera la asumiría. Lo conveniente sería dos años después, cuando cursara el doctorado.

No transcurrió mucho tiempo de esa conversación cuando todo sucedió. En agosto de 2020, recibí la noticia a través de una prueba casera de embarazo, que en segundos adquirió el color que cambia la vida de una. Estaba embarazada.

No estaba preparada, me tomó por sorpresa. No lo esperaba, por eso reflexioné durante dos o tres días si lo tendría o no. Un día, mientras corría y pensaba en mi decisión, vi a unos niños pequeños en el parque. Observé cómo estos se apoyaban en los brazos de sus padres para caminar. Me dije a mí misma que quizá sería la oportunidad, nunca me había visto en esa situación. Además, me embargó una atmósfera de luz (no sé cómo describir esta sensación) con una mezcla de miedo y emoción. «Quizá, sea el momento», pensé. Así que decidí tenerlo.

Durante estos últimos meses de embarazo, y casi al final de todo este proceso, mi idea acerca de la maternidad ha cambiado hasta tomar la postura que tengo ahora. Leí sobre el tema y reflexioné mucho, sobre todo, sin juzgar a nadie. En esta búsqueda, encontré un libro que llamó mi atención: Mamá desobediente de la periodista y escritora catalana Esther Vivas. Además, escuché un post en su Instagram, en el cual mencionaba la importancia del feminismo en la concepción de la maternidad, pues «ser madre» conlleva cargar una maleta pesada de abnegación, sacrificio y culpa; pero ¿acaso nos tenemos que resignar a ello?

Seguramente, varias personas al leer la palabra «feminismo» abandonarán la lectura, sobre todo, en el contexto actual que rechaza este término con poca tolerancia a las diferencias, a lo que no es ortodoxo. Muchos atacan al feminismo sin entender bien su significado, pues no es más que la postura de igualdad entre mujer y hombre, sin la supremacía de uno sobre el otro. Admitamos que muchas veces el conservadurismo termina siendo mucho más intolerante, recalcitrante y ridículo.  

Lo que señalaba Esther, y con lo cual coincido, es pensar en la maternidad con un enfoque feminista. Es decir, entenderla desde la óptica de la igualdad, la empatía, la memoria, la acción y, principalmente, asumirla como natural e inclusiva, con los errores de las madres, pues ¡no somos ni tenemos que ser perfectas!; y contar con total albedrío para decidir sobre nuestros cuerpos, parto y lactancia, sin temor a ser juzgadas por cómo manejamos cada etapa.

Durante estos meses, mantener a Ignacio en la panza no fue tarea fácil, básicamente por los malestares físicos. Padecí náuseas, vómitos, sueño al principio y, al final, hinchazón en las manos y pesadez en el cuerpo. Aparte de ello, con Ignacio sustenté mi tesis de maestría, trabajé todo el tiempo, continué escribiendo artículos y retomé proyectos que daba por olvidados. No me detuve y, si lo hacía, era para descansar y renovar energías. Él siguió moviéndose y creciendo, así como yo.

En la sociedad se te imponen muchas restricciones como mujer, ni qué decir como mamá. Como mujer, qué tipo de vida sexual llevar en un mundo todavía patriarcal (tanto en Europa como en América). Inconscientemente se imponen reglas de convivencia. Por ejemplo, la mujer no debe experimentar sexualmente más de «lo debido»; en algún momento, debe pensar en «sentar cabeza, casarse y tener hijos»; y ni qué decir cuando es infiel, pues ella —sea la etapa en la que se encuentre— termina siendo la egoísta y mala de la historia eliminando automáticamente el derecho a escuchar su versión.

Luego, cuando eres o serás mamá, una de las ideas que más he escuchado es «¿Y ahora?, ya no tendrás vida, no podrás dormir, viajar ni salir por un trago». ¡Miles de «no»!, provenientes incluso de las mismas mujeres. Recuerdo las palabras del papá de mi hijo: «¡No te creas la empoderada, ese rollo no es así!». Pues, a él nunca le hice caso, sino no sería quien soy ahora.

Y aquí viene mi respuesta. Cuando estudié en el extranjero, conocí a dos mamás ejemplares (las que me inspiraron muchísimo a ser la mamá que pretendo ser) y descubrí que esos «no» los formas en tu cabeza y, claro, la sociedad te ayuda enérgicamente a creerlos. Es cierto que no podrás dormir como antes, pero es temporal. Siendo mamá, puedes viajar, seguir escribiendo, asistir a clase o a la biblioteca, y también tomarte unas cervezas. Se pueden realizar diversas actividades. Puedes continuar estudiando, planear un viaje al extranjero o lanzarte a diversos riesgos. Quizá con más cuidado que antes, porque la decisión afecta a los dos, pero sigue siendo tuya.

Escuchar a Esther me hizo pensar en que debemos entender la maternidad con todos esos ingredientes, es decir, aprender más sobre la empatía con otras mujeres y a respetar las diferencias. Así como el título de su libro, con el cual me identifiqué de inmediato, soy una desobediente. No sigo ni quiero obedecer las reglas usuales. No lo he hecho desde que era niña, menos ahora que soy mamá. Mi hijo es una libre decisión, lo asumo sola y feliz, con una mirada bastante optimista.

Ser mamá no es fácil, nunca he dicho que lo sea. Admiro a muchas madres que conozco y, así como cada artista tiene su propio lenguaje, creo que cada madre encuentra su propia dinámica, ruta y dirección. Cada una tiene un peculiar estilo de maternidad. Y lo admiro.

Ignacio llegó a cambiarme la vida y, a casi a puertas de recibirlo, lo único que puedo decir es que miro la maternidad con desobediencia, en el sentido de inventar mis propias reglas, mi propio camino, mi propio estilo y lenguaje. La maternidad no es un deber social. Sí, seguramente me equivocaré muchas veces; pero mi deber no es ser perfecta, sino humana. Los clichés se tienen que dejar de lado, pues nadie está para juzgarte. ¡Bienvenidos estos días desobedientes y esta nueva etapa!

Referencias

Vivas, E. (2019). Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad. Capitán Swing Libros.

Esther Vivas [@esthervivasesteve]. (20 de marzo de 2021). ¿La maternidad es una cuestión feminista? [Video]. Instagram. https://www.instagram.com/p/CMpEC4VKL_8/

 

 

Liliana Chaparro Huauya (1982). Escritora, docente y gestora cultural. Estudió Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú y trabaja allí como docente a tiempo parcial de cursos relacionados con gestión cultural. Actualmente, estudia en la Universidad Autónoma de Barcelona un máster de Investigación en Educación, con mención en Currículum e Innovación de Procesos Educativos. Ha publicado un poemario llamado No todos caminan en Lima (2018). Sus líneas de investigación son las tecnologías del aprendizaje y conocimiento, así como la innovación de emprendimientos culturales a través de las metodologías ágiles. Ama el yoga, viajar y salir a correr.

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