Patricia Highsmith: la génesis del suspense
Redacción Hipatia
Patricia Highsmith (1921-1995) descubrió, en su quehacer literario, una marcada proclividad hacia la recreación de la culpa, la mentira y el crimen. Las protagonistas de sus novelas son mujeres y hombres que atraviesan situaciones comunes que se tornan peligrosas, obligándolos a defenderse mediante una moral egoísta y, por demás, tramposa.
Creadora del personaje de Tom Ripley, un exconvicto y asesino bisexual, Highsmith saltó a la fama en 1955 con la publicación de su novela El talento de Mr. Ripley. Tenía un semblante agrio que, sin embargo, no le impedía expresarse en público con singular cortesía. Durante los 74 años de su vida, se dedicó íntegramente a la literatura. Su extensa obra así lo atestigua: más de 30 libros entre novelas, colecciones de cuentos, ensayos y otros textos.
Con respecto a los 13 mandamientos —tomados de Suspense (1965)—, se sabe que las escritoras y los escritores dedican a la reflexión sobre el proceso creativo diversos textos como ensayos, diarios, decálogos, entrevistas, cartas, metaficción, etcétera. Esta vasta producción, leída, en general, como bibliografía adicional para la consideración crítica de las obras, constituye tanto una forma de posicionamiento en el campo literario como una especie de heurística de su hacer escriturario. Así, estas intervenciones, en las cuales agrupan reflexiones en torno a la preparación de textos y novelas, funcionan, en la práctica, como “métodos” de escritura creativa para escritores nóveles en ámbitos de enseñanza no formal, revistas o talleres literarios.
Por ello, más que brindarnos un recorrido canónico de métodos preestablecidos, Highsmith nos prepara para la narración de su experiencia como escritora del género suspense y, sobre todo, de mujer que escribe y lleva a puerto su obra, además de las impresiones que esto le provoca. Así, en Suspense (1965), nos propone los siguientes mandamientos:
- «No hay fórmulas mágicas ni secretos, salvo la individualidad y la personalidad. Solo al individuo le corresponde expresar lo que le diferencia de los demás. Es “la apertura de espíritu”, pero no es nada místico. Es una especie de libertad, de libertad organizada» (pp. 5-6).
- «La primera persona a la que deberías complacer es a ti mismo. Si eres capaz de divertirte escribiéndolo, divertirás a los editores y a los lectores» (p. 7).
- «Un argumento nunca debe ser rígido ni estar terminado. Tengo que pensar en mi propio entretenimiento y a mí me gustan las sorpresas. Si sé todo lo que va a pasar, escribirlo no será tan divertido. Es más importante que los personajes se muevan y tomen decisiones como personas de carne y hueso, que se les dé la oportunidad de deliberar, de elegir, de volverse atrás, de tomar otras decisiones, como en la vida real. Los argumentos rígidos, aunque perfectos, pueden hacer que los personajes parezcan autómatas» (p. 30).
- «Los gérmenes de una idea pueden ser pequeños o grandes, sencillos o complejos, fragmentarios o completos, quietos o móviles. Yo los reconozco gracias a cierta excitación que siento enseguida, la misma que produce una sola línea de un poema. El mundo está lleno de ideas germinales y si no las tienes es por fatiga física o mental. Entonces hay que viajar, pasear, el cerebro exige vacaciones. A veces nos rodean personas que no nos convienen» (p. 10).
- «No se me ocurre ninguna fórmula para crear ambiente, pero, dado que éste penetra en nosotros por uno de los cinco sentidos, o por todos ellos, o también por un sexto sentido, conviene utilizarlos todos» (p. 59).
- «Con frecuencia tres líneas de prosa son suficientes para transmitir lo esencial de una conversación de cuarenta líneas. El diálogo es dramático y debe utilizarse con moderación, porque entonces, cuando se emplee, su efecto será más dramático» (p. 45).
- «Creo que los trucos proporcionan un entretenimiento endeble y el escritor no pretenderá que diviertan a los lectores inteligentes. Los trucos pueden inventarlos muchas personas que ni escriben ni desean escribir. Son sencillamente ideas ingeniosas que por sí mismas no tienen nada que ver con la literatura…» (p. 14).
- «Que un escritor guarde su trabajo para sí es más bien una actitud anglosajona y norteamericana y es evidente que no puedo librarme de ella. Pienso que el desasosiego mutuo que se producen los escritores nace del hecho de que, de un modo u otro, todos ellos se encuentran en el mismo plano, si escriben obras de ficción. Sus antenas invisibles tratan de captar las mismas vibraciones en el aire o, para utilizar una metáfora más prosaica, nadan unos junto a otros en la misma profundidad, dispuestos a hincar los dientes en el mismo plancton que flota a la deriva. Me llevo mucho mejor con los pintores, y la pintura es el arte que está más íntimamente relacionado con el del escritor» (p. 11).
- «La gente puede ser estimulante, desde luego, y una frase dicha al azar, una anécdota o algo parecido puede poner en marcha la imaginación del escritor. Pero, en la mayoría de los casos, el plano de las relaciones sociales no es el plano sobre el que vuelan las ideas creativas. Es difícil ser receptivo hacia el propio inconsciente cuando se está en un grupo, o incluso con una sola persona, aunque esto último resulta más fácil. Es curioso, pero a veces las personas que nos atraen o de las que estamos enamorados son como una especie de caucho que nos aísla de la chispa de la inspiración» (p. 10).
- «De un modo u otro, muchas dificultades están en la mente del escritor más que en el papel» (p. 58).
- «La vida del escritor es muy desembarazada y libre, y si hay estrecheces, proporciona cierto consuelo el hecho de que no somos los únicos que las padecen y nunca lo seremos, mientras siga existiendo la raza humana. La economía suele ser un problema y los escritores siempre andan preocupados por su culpa, pero esto forma parte del juego. Y el juego tiene sus reglas: la mayoría de los escritores y artistas necesitan tener dos trabajos en sus años jóvenes, uno que les proporcione dinero y otro consistente en realizar su propia obra» (p. 87).
- «Las personas creativas no hacen juicios morales —al menos no los hacen en el acto— sobre lo que se presenta a sus ojos. Hay tiempo para ello después, en lo que crearán, si tienen esa inclinación, pero el arte en esencia no tiene nada que ver con la moral, los convencionalismos y los sermones» (p. 19).
- «…lo que hace difícil escribir sobre el arte de escribir es la imposibilidad de establecer reglas» (p. 13).
Finalmente, la obra que recoge estos preceptos es una herramienta muy útil para las/los aspirantes a escritoras/es; es fácil y ameno de leer. Highsmith no se muerde la lengua, es sincera de principio a fin y no tiene problemas en señalar sus fracasos e, incluso, las carencias de su escrito. Explica perfectamente los conceptos, aunque quizá sea recomendable aproximarse más a la obra literaria de la autora para entender a profundidad los ejemplos.
Es particularmente memorable la explicación sobre la génesis de las ideas y el capítulo titulado «Las dificultades». Cualquiera que se haya sentado a escribir un texto se habrá tropezado con alguna de ellas, sino con todas. Asimismo, resulta muy estimulante la insistencia de Highsmith en la reescritura y en los aspectos menos gratos de la creatividad.
A pesar de que el ensayo está bien estructurado, la información está sembrada de forma anárquica, especialmente lo relativo a acortar la historia y prescindir de partes de lo escrito. Cabe señalar que no es un manual al uso ni enseña, paso a paso, lo que una escritora o un escritor debe hacer. Sin embargo, como bien señala en la parte final de su prólogo: «No hay fórmulas mágicas ni secretos, salvo la individualidad y la personalidad».
Referencias
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Altares, G. (2021). La gran mentira de Patricia Highsmith. El País. Recuperado de https://elpais.com/babelia/2021-01-14/la-gran-mentira-de-patricia-highsmith.html [Consulta: 18 de enero de 2021].
Casa de Letras (2015). Los 13 mandamientos para escribir de Patricia Highsmith. Recuperado de http://casadeletras.com.ar/2015/03/12/los-13-mandamientos-para-escribir-de-patricia-highsmith/ [Consulta: 18 de enero de 2021].
Farías, I. (2018). Patricia Highsmith: la heterosexualidad simulada y el suspense. Recuperado de https://medium.com/@ivanfariasc/patricia-highsmith-la-heterosexualidad-simulada-y-el-suspense-555d9caa375c [Consulta: 18 de enero de 2021].
Highsmith, P. (2015). Suspense. Cómo se escribe una novela de intriga [E-book] (1.a ed.). Recuperado de https://www.holaebook.com/book/patricia-highsmith-suspense.html. [Consulta: 18 de enero de 2021].